lunes, 19 de octubre de 2009

San Miguel de Velasco




Este pueblo nació como una colonia de San Rafael, donde se había acumulado demasiada población. Desde 1721 pasó a ser un pueblo independiente, siendo su fundador el P. Felipe Suárez. El Padre Provincial, en un memorial al rey escrito en 1753 ponderaba la Iglesia de San Miguel, que sobresalía entre las de los otros pueblos por su hermosura y riqueza. Y añadía, que habían trabajado en ella durante diez años entre ochenta y cien indios. La reducción jesuítica, fundada en 1721, reunía varias tribus indígenas y fue una de las más prosperas. En el pueblo actual, una gradería eleva el conjunto misional, construido en 1760, sobre el nivel de la plaza, y destaca visualmente la fachada de la iglesia. A la izquierda, el campanario asume una posición predominante, con el aspecto de torre maciza que simboliza el control jerárquico sobre la misión, como atestigua su ubicación en eje con la puerta de la casa del sacerdote ubicada al fondo del patio del colegio.


En la fachada de la iglesia, las imágenes pintadas de San Pedro y San Pablo están rodeadas por una exuberante decoración vegetal, que se extiende también a la pared del patio y al interior del templo. Al fondo de la nave central destaca el tallado dorado del retablo mayor, particularmente elaborado y complejo, con elegantes columnas salomónicas y un templete en posición avanzada que resalta el dinamismo de la estatua de San Miguel. En los otros nichos del retablo, se distinguen, partiendo desde abajo a la izquierda, San Pedro, San Pablo, San Rafael, la Virgen, en posición central, y San Gabriel. El techo del presbiterio es decorado con motivos geométricos y con una gran Corazón de Jesús rodeado por ángeles. Las paredes del presbiterio están cubiertas de pinturas murales con imágenes de santos y motivos vegetales. Del arco al fondo del lado izquierdo se pasa a la sacristía, con techo de madera pintado con un rompimiento de gloria rodeado por querubines. Aquí se conserva un mueble para guardar las vestiduras litúrgicas que, con su elaborado tallado de formas geométricas y vegetales, constituye el ejemplar más importante de todas las iglesias misionales. Angelitos orantes se alinean sobre peanas en correspondencia de las pilastras del presbiterio y de las naves laterales. Los dos candelabros pascuales, ubicados en el presbiterio, resultan imponentes por su dimensión, que dobla la estatura de un hombre, y por la extraordinaria calidad de su labrado. Delante del presbiterio está una estatua del Cristo a la columna. En los retablos laterales del Calvario, a la izquierda, y de la Inmaculada, a la derecha, destaca la articulación arquitectónica, con basamento, columnas laterales y frontón que enmarcan las hornacinas ovaladas que acogen las imágenes. El púlpito, que ha mantenido su posición inicial, apoyado a la penúltima columna de la nave izquierda, sobresale por su magnificencia. Atribuido a Martín Schmid, es policromado con rojo y pan de oro, y decorado en la columna de sostén de la cazoleta con dos sirenas que miran en sentido opuesto, al igual que en San Rafael (ver abajo). El elaborado tornavoz es coronado con un sol. Completan la decoración escultórica de la iglesia una estatua de San Miguel, apoyada a una columna de la nave derecha, y los confesionarios. A San Miguel se ingresa directamente por lo que sería la avenida principal y puede empezar a ver algunas casas que responden a una arquitectura de galería, tradicionales en el Oriente boliviano, pues el clima caluroso obliga a que las casas tengan la galería para que refresque la vivienda. Luego hay casitas que no tienen la galería, lo que denota la descaracterización ocurrida por las migraciones e influencias de otras culturas. En seguida se encontrará con una escuela y después aparecerán los talleres artesanales. A dos cuadras de la plaza principal empieza usted a observar el pueblo misional. Una cuadra antes de llegar a la plaza principal encontrará transversalmente la manzana más larga que coincide con el plano original de la misión. En San Miguel hasta la década del 70 todavía existían las casa paralelas que paulatinamente fueron eliminadas mediante ordenanzas municipales dictadas por los “planes reguladores modernos”. La iglesia de San Miguel tiene toda la pintura original, en el centro de la fachada, pero fue renovada porque todos los dinteles fueron destruidos; en la punilla las dos paredes laterales son nuevas, no existían más. En la fachada puede observar que sobre los arcos de la punilla hay dos sirenas que fueron colocadas como elementos para sostener la viga. Se optó por estas sirenas porque fueron reunidas de la iglesia de San Ignacio que fue destruida. El retablo mayor de San Miguel y los dos laterales son ahora las más importantes obras escultóricas de Chiquitos con una riqueza enorme, de un detalle bien elaborado. Algo importante de la iglesia de San Miguel -y esto se repite en las otras iglesias- es que el púlpito está totalmente rodeado de bancos. Este es un detalle importante para seguir comprendiendo la sociología de los pueblos misionales jesuíticos. Veamos por qué. Estas iglesias no fueron concebidas para tener bancos, pues en aquel tiempo tanto las mujeres como los hombres se sentaban en el suelo o sobre paño, almohadón o cosa parecida, como una estera. Los únicos asientos que existían eran los colocados transversalmente en los dos costados de la iglesia, que utilizaba el Cabildo Indígena. Los confesionarios ahora son completamente pintados. Para evocar el pasado puede mirar el confesionario del padre Mesner donde se registran las fechas del nacimiento y muerte. De cerca se puede ver que en el friso horizontal hay mucho oro original y a partir de aquí se realiza la integración de los colores. Durante la restauración no alcanzó el dinero para restaurarlo totalmente con oro, pero se puede ver como era la pintura original. Los nombres que figuran en el confesionario son colocados por los restauradores y tienen su relación con los fundadores de los pueblos y los más importantes padres que estaban trabajando en esta iglesia como Juan Mesner, considerado ayudante en la historia del padre Schmid como musicólogo, pero evidentemente un artista de gran cualidad. El otro es el fundador del pueblo Fernando Campos y Felipe Suárez. Continuamos mirando esta iglesia. Las paredes, que tienen ahora el Via Crucis, eran vacías en el tiempo de la misión, pero tenían cuadros en lienzos, éstos se perdieron, los que se ven ahora son pintados por quienes restauraron la iglesia (gente del pueblo). El púlpito es la escultura de este tipo, más importante en Chiquitos, tiene abajo sirenas, hasta ahora nadie puede interpretar claramente porqué estas figuran principalmente en los púlpitos de San Rafael y San Miguel. Otra cosa interesante es que encima del tornavoz hay un sol y es el único de este tipo aquí y puede ser que tenga relación con la famosa historia que cuenta el viajero francés D’ Orbigny, sobre el gobernador -alrededor de 1780- que quería convertir el pueblo de San Miguel a la adoración del sol. Algo tradicional que se encuentra debajo del tornavoz, es la paloma del Espíritu Santo. En todos los altares tienen arriba el símbolo de las nubes con ángeles, el sol y JHS que es la inscripción de Jesús y es usado entre los franciscanos y los jesuitas como símbolo o lema de la orden. La nube simboliza el éxodo de los israelitas en su camino por el desierto guiando al pueblo hacia la tierra prometida. Arriba hay que ver los símbolos en casi todos los altares de un lado la luna y al otro lado el sol, especialmente en los retablos mayores. La vida de los indígenas es bien conectada con la luna hasta hoy, pues es importante para la cosecha, la siembra, para cortar la madera, etc. La iglesia de San Miguel estaba en muy mal estado porque toda la madera era deficiente dadas sus dimensiones y era necesario cambiar toda la estructura del techo por madera mas gruesa, razón por la que hoy en día hay detalles algo diferentes al original. Por ejemplo en el presbiterio, los dos muros laterales cayeron, quedaron sólo las pilastras (la primera y la segunda al lado de la sacristía), con sus pinturas originales, todo el resto del presbiterio fue reconstruido íntegramente.

Si usted aprecia la plaza de San Miguel, tiene la cruz misional y el eje que va a Betania sale desde la puerta del párroco, atraviesa por debajo del campanario y es el único con estas características. Un detalle misional relevante es la existencia de la Betania, una pequeña casita que simboliza el pueblo de donde salió Jesús para ingresar a Jerusalén el Domingo de Ramos, pocos días antes de su crucifixión. A mano derecha no hay una edificación continúa como existe en otros pueblos sino una pequeña casita en la esquina, que tiene una escala diferente a la casa colindante, luego se ve un espacio que esta cerrado con una barda, viene otra casa a continuación, son evidencias justamente del lugar por donde atravesaban las dos calles en el periodo misional. Por el lado izquierdo hay una calle que está abierta y una casa a medio construir que evidencian también el paso de otra calle en el periodo misional. En el lado del frente existe como ya fue descrito la calle que lleva a Betania y en las dos esquinas posteriores a la plaza, en la izquierda hoy funciona el Kinder, (la guardería de niños del pueblo), por aquí sale el camino hacia San José y en este sector al igual que en la parte posterior de la iglesia usted encontrará las casas o cuarteles originales de la misión y la estructura que mas bien se mantiene, se encuentra en las calles que están por detrás de la iglesia y no en toda la parte que se encuentra al frente, sin embargo si usted atraviesa la plaza principal y va hacia Betania, en toda la región del entorno de este recinto, allí encontrará algunas calles con casas en filas paralelas.

El espacio de la plaza en San Miguel mantiene una pendiente pronunciada en el cuadrante de la derecha, y como ya fue descrito si usted quiere apreciar en todo su esplendor la iglesia de San Miguel tendrá que observarla muy temprano porque entonces encontrará la fachada a pleno sol, ya que está orientada hacia el naciente. A la plaza de San Miguel se le ha construido un kiosco que está en el cuadrante derecho con relación a la iglesia. Una cuadra atrás se encuentra el colegio San Pablo, aquí funcionan los talleres de artesanías que fueron montados en ocasión de la restauración y son dirigidos por religiosas. Estos talleres se destacan porque son los que más producen en la región. Algo que es muy importante de destacar en San Miguel es el hecho de que muy a pesar de su des-caracterización es el pueblo que tiene la mayor cantidad de habitantes indígenas entre sus pobladores. Cuando usted sale del pueblo regresando por el camino a San Rafael tiene una hondonada y a mano derecha se encuentra la represa de agua que abastece al pueblo hoy en día, es de reciente construcción por la Corporación Regional de Desarrollo, constituye hoy el lugar donde vienen las lavanderas, viene la gente a bañarse o en periodo de verano es el gran paseo. Pasando la laguna usted puede observar hacia atrás la vista del pueblo, es probablemente una de las mejores vistas que se tenga de San Miguel desde afuera.

Desde San Miguel hay un camino que atravesando el lomerío desemboca en San Ramón, pero no es aconsejable este camino, porque no es transitable todo el año; además, implica riesgo de primera para los más aventureros.



Santa Ana de Velasco


Fue una de las últimas misiones chiquitanas, al ser fundada en 1755, sólo doce años antes de la expulsión de los Jesuitas. Cuando los JESUITAS se fueron, la iglesia no había sido todavía construida, pero la población indígena la levantó utilizando los materiales ya fabricados bajo la atenta supervisión de los sacerdotes. El resultado es una iglesia de aire campestre, de dimensiones reducidas en comparación a las demás, rodeada por las casas sencillas de una pequeña aldea, donde el cargo de custodio del templo es un honor que, como en la época jesuítica, se pasa de padre a hijo. Recientemente restaurada, la iglesia presenta la estructura maderera tradicional, diferenciándose por las tres entradas en la fachada. Las escaleras laterales, y la balconada en la parte superior del frontis, permiten el acceso al coro. En el interior (si la iglesia se encuentra cerrada, dirigirse al señor Luis Rocha, a una cuadra de la plaza del lado este), las columnas y los capiteles son más simples y menos monumentales que en las otras iglesias misionales, mientras que la mezcla de mica y caolín de las paredes favorece el reflejo de la luz. Los muro laterales presentan una franja decorativa y restos de frescos. En la nave izquierda se encuentra una estatua del Cristo atado a la columna, un confesionario y un rústico altar con la imagen de Santa Ana. El púlpito, sin tornavoz, está apoyado a una columna y presenta una decoración con estrías helicoidales en la columna de apoyo, mientras que querubines tallados aparentan sostener la cazoleta. En los arcos del retablo mayor, flanqueados por columnas salomónica, se disponen las estatuas de San Miguel, en la hornacina superior, y, en el recuadro central, las de Santa Ana con la Virgen. A los lados, se reconocen las imágenes de San José, a la izquierda, y de San Joaquín, a la derecha, a las cuales corresponden, en la parte de abajo, respectivamente, San Antonio y San Ignacio. Alrededor del ostensorio, pequeños espejos con función decorativa recuerdan la análoga tradición de la zona andina. Los retablos laterales, con una profusa decoración vegetal plateada, presentan un coronamiento semicircular contenido en un tímpano triangular. En los ambientes a lado del presbiterio se conservan las estatuas utilizadas para la procesión de la Semana Santa: a la izquierda está el Cristo Muerto y a la derecha La Dolorosa. Saliendo hacia el lado derecho se sube la escalera que lleva al coro, donde se conserva un órgano de época jesuítica, restaurado en el 2000. Aquí fueron encontrados también otros instrumentos antiguos, entre los cuales una arpa diatónica, de más de 1.60 m, que, junto a los que se hallaron en San Rafael y San Miguel, documentan la producción de instrumentos musicales en las misiones jesuíticas.




La plaza de Santa Ana es muy amplia, conserva todo su verde, la cruz al centro y las casitas enfiladas con los techos de motacú. Una característica que llama la atención es la gran cantidad de niños que existe en estos pueblos. Tiene todas las características de un pueblo misional original. Pero empaña la imagen, la colocación de una torre de comunicaciones a un lado de la Betania, de este pueblo muy valioso por sus condiciones, debe estudiarse la posibilidad de relocalizarla fuera del pueblo. Lucho, encargado de cuidar la iglesia, que no tiene un párroco permanente, nos recibió tocando el violín, nos abrió el corazón y la mente para imaginar los bellos cánticos que interpretaban los coristas en las misiones. Aún perdura esta costumbre en muchos lugares, como en el caso de Santa Ana. La restauración de Santa Ana es la primera .a ser ejecutada, después de la nominación por la UNESCO como monumento de la humanidad y la primera que recibe ayuda oficial internacional de Estado, y obliga al Gobierno de Bolivia mediante el Municipio de San Ignacio a contribuir por primera vez en las restauraciones de Chiquitos. La iglesia Católica sigue contribuyendo a la restauración del templo, pero como el Monumento de la Humanidad declarado por la UNESCO implica no solamente el conjunto religioso sino todo el pueblo, en este caso la arquitectura civil está siendo restaurada y este hecho es el primero en su género para Chiquitos. (Participaron docentes y estudiantes de la Universidad Católica Boliviana). La peculiaridad de Santa Ana, se muestra en la preocupación comunal de los indígenas en renovar periódicamente la iglesia. De esta manera existen alrededor de la misma, más de cien dataciones inscritas en vigas y columnas que son testigos de estas intervenciones del pasado y vestigios del mantenimiento popular, son parte de la historia del edificio y la restauración tiene que respetar y conservar. No se trata de borrar la expresión histórica e intentar regresar a un estado inicial del periodo misional, más bien la superposición de diferentes colores, las columnas toscas de artesanos del pasado, son parte integral del edificio y de su expresión; sin embargo, no hacer un trabajo de mantenimiento en la estructura del edificio lo dejaría en riesgo de perder.

Por otro lado, el pueblo de Santa Ana es el más abandonado y atrasado de los 6 pueblos declarados Monumentos de la Humanidad, quizás por estas razones ha mantenido más que cualquier otro, su “carácter misional” en las habitaciones. El trazado urbano adoptado en el periodo misional dejó huellas profundas en Santa Ana a tal punto que hasta el día de hoy, nos encontramos con grupos de viviendas en hileras o cuarteles construidas de tabique, que consiste en una estructura de palos y un entramado de cañas rellenada con barro, con cubiertas con paja (Sujo), un pequeño corredor a ambos lados protege las paredes y los ingresos usando una puerta hacia la calle y otra al patio interno, las dos alineadas una frente a la otra, normalmente no tienen ventana y cuando eso ocurre, son de pequeñas dimensiones. El equipamiento es escaso, normalmente usan la hamaca para dormir, el ambiente es limpio y todos los utensilios están apegados a las paredes obedeciendo un determinado orden. La restauración intenta salvar al máximo estas casas de paja como parte del Monumento declarado y como expresión humana del pasado, reflejo de una cultura y manera de vivir vigente, pero la restauración está buscando una solución de casas mejoradas en las hileras paralelas a las existentes relacionadas con éstas como ocurría en el urbanismo misional original.







Concepcion


Aquí el pasado jesuítico revive con mayor fervor en las celebraciones de Semana Santa y en la fiesta patronal (8 de Diciembre), mientras que dos importantes instituciones, el Archivo Musical y el Museo, se encargan de preservar y difundir los vestigios materiales de esa época. Al igual que San Xavier, el pueblo, fundado en 1708, ha conservado la sencillez y tranquilidad de sus calles flanqueadas por casas de adobe con galerías, mientras que la laguna creada con una represa artificial ofrece una alternativa para la diversión y la práctica de deportes náuticos. La gran variedad de orquídeas, en particular del género catleya, que se encuentra en el territorio de Concepción, es una muestra de la riqueza natural y de la biodiversidad de esta área. Al sur de Concepción, en el territorio de Lomerío, las comunidades indígenas conservan las antiguas tradiciones chiquitanas.

La plaza dominada por la iglesia misional y rodeada de típicas casonas con horcones de madera, reúne las principales instituciones del pueblo. Además del Obispado, que ocupa el antiguo colegio jesuítico, y del Museo misional, en la esquina sudeste, a lado de la iglesia, se encuentra la Alcaldía, con la Oficina de Turismo que organiza excursiones a los alrededores y que está implementando la realización de itinerarios ecoturísticos hacia las comunidades donde se pueden admirar las orquídeas en su hábitat natural. Para los que están interesados en la belleza de la flora local, el Club Social, en la esquina sudoeste, es otro punto de referencia para la visita a viveros. El conjunto misional construido por el padre Martín Schmid en 1753-56, debe su aspecto actual a la reconstrucción dirigida por Hans Roth en 1975, que ha acentuado la riqueza decorativa del conjunto, privilegiando el uso del dorado y de una fuerte policromía. La disposición es inversa a la de San Javier, con la fachada del colegio y el prominente campanario de madera ubicado a la izquierda de la iglesia, que en la actualidad recibe el título de Catedral del Vicariato Apostólico de Ñuflo de Chávez. La estructura del templo y el gran techo se levantan sobre seis filas de columnas: dos dividen el interior en tres naves, dos resultan ocultas en las paredes de adobe y otras dos forman los pasillos externos. En el interior, al fondo de la nave central, destaca el gran retablo mayor, dedicado a la Inmaculada Concepción, en madera tallada, policromada y dorada. Los dos retablos laterales representan, como en las demás misiones jesuíticas, a la izquierda, el Calvario, con la Virgen y San Juan al pie de la cruz, y, a la derecha, la Inmaculada. El púlpito, reconstruido, es ahora expuesto en el museo, pero los confesionarios, de planta semihexagonal, proporcionan, con la exuberancia de los motivos esculpidos y la riqueza del pan de oro, una muestra del alto nivel alcanzado en las Misiones jesuíticas en el tallado artístico de la madera.



Los jardines y la arquitectura maderera, con paredes de adobe decoradas con motivos geométricos, hacen del patio del colegio un espacio particularmente agradable y sugestivo, alrededor del cual se disponen las oficinas del Obispado y los ambientes que acogen el Archivo Musical, donde se preservan las partituras musicales ejecutadas y escritas en las misiones. Este repositorio es único en América, no solo por su riqueza y originalidad, sino por la historia muy peculiar de sus documentos, cuya preservación, en época post-jesuítica, se debe en gran parte a la participación activa de la población indígena en la conservación de la herencia material y espiritual de los misioneros. A partir de los años ‘70 del siglo XX, en concomitancia con la restauración de los templos, el arquitecto suizo Hans Roth y el Obispo Antonio Eduardo Boesl fomentaron la clasificación y restauración del archivo, que actualmente cuenta con alrededor de 5500 páginas de manuscritos musicales. Entre los autores, además de compositores jesuitas e indígenas anónimos, se encuentran obras de Doménico Zipoli, Martín Schmid, Julían Knogler, Franz Brentner, Julían Vargas, Bartolomé Massa, Arcangelo Corelli y Nicola Calandro. Se trata de misas, salmos, magníficats, motetes, cantos religiosos, óperas en español y chiquitano, música instrumental de cámara y para teclado. Los textos están escritos en latín, chiquitano, guaraní, español e italiano. En los alrededores de Concepción como quien pasa hacia Lomerío, puede encontrar una serie de casas comunales que fueron hechas por el Vicariato a través de créditos concedidos por medio de la parroquia para los campesinos que viven en comunidades cercanas y en estas casas radican sus hijos en el periodo de clases. Se puede observar las técnicas constructivas y las maneras con que han sido ejecutadas, es decir su diseño está prácticamente rescatando las propias viviendas misionales. En opinión de Hans Roth la plaza de Concepción es la más bella. Su perímetro es el más homogéneo y es del comienzo del siglo 20, en el centro de la plaza no existe la cruz misional como en otros lugares; sin embargo, está el quiosco, un objeto eminentemente republicano y que aquí debe llegar en la postrimería del 50. En Concepción se puede ver que la cruz misional está en el centro del patio principal del convento, pero está la cruz de Santa Cruz de la Sierra, justamente al frente del campanario en el cuadrante de la iglesia, dentro de la plaza, y puede observar que en la base de ésta existe una réplica en cerámica de lo que sería un plano ideal misional del período de la colonia. Es para destacar también, en la esquina opuesta de la derecha, el edificio de Kolping; justo al frente de la iglesia existe un hotel que puede considerarse el mejor de todo Chiquitos construido dentro del perímetro de la plaza, sobre la misma acera se encuentra el Club Social que tiene características muy particulares y cuando se ingresa a ella se percibe la idea de una mezquita, en tanto que en la esquina opuesta donde funciona ENTEL, hay que destacar que en1995 fue derrumbado el edificio original, a fuerza de varias presiones es el único caso en el oriente boliviano que una institución pública en este caso ENTEL, tuvo que reconstruir un edificio que había demolido, y adaptarlo para sus instalaciones. En la acera izquierda diagonal a la iglesia, está la residencia de las hermanas o de las Madres y al lado se encuentra la casa donde nació el General Banzer (Expresidente de Bolivia) que fue donada por él, al Vicariato para el Museo etnohistórico de la región y probablemente aquí funcionará también el cabildo indígena de Concepción. Con el mismo criterio y como resultado de los trabajos de restauración, se puede evidenciar por ejemplo que en la esquina derecha del conjunto religioso funciona la sub-prefectura, ésta manzana que poco a poco se fue consolidando, hoy en 1 día existe en ella uno de los lugares mejor adaptados y adecuados, un hotel con muy buenas características y con acertada adaptación, denota la preocupación por apropiarse de lo que existía y de muy buena manera tratar de que esto se consolide y no se deteriore. La esquina opuesta es una construcción del Vicariato que será utilizada para habitaciones, oficinas, visitas de huéspedes y cosas de esa naturaleza.



La iglesia de Concepción conserva las tres naves, tiene seis pilares en la fachada y una pintura nueva que la hace el templo más vistoso de la Chiquitania. Los murales están pintados con adornos florales y ángeles en base a motivos regionales. Se usó (y se usa para mantenimiento) pintura extraída de la tierra del lugar. Fue reconstruida en 1978 y actualmente obedece a una inspiración colonial. Tiene un bello retablo barroco con seis imágenes distribuidas en todo su ancho y largo. En los laterales existen dos imágenes también sobrepuestas en un retablo de características barrocas.

Los expertos en interpretar las expresiones de una iglesia, aseguran que las líneas y dimensiones arquitectónicas del majestuoso templo colonial, su armonía de colores, dibujos, tallados e imponentes columnas nos hablan de un pueblo profundamente religioso con sensibilidad artística y corazón mariano. Dos figuras sacerdotales se destacan en el altar mayor: San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Los ladrillos antiguos fueron reemplazados por adoquines cerámicos. El dibujo actual del piso es similar al antiguo. Sobre la entrada principal se encuentra el coro. Un bello patio tiene esta iglesia que está dividida en cuarteles. Para hablar con propiedad, al referirse a Concepción se debe hablar de reconstrucción de una iglesia, y para ser ecuánimes en nuestra apreciación, diremos que su virtud está en el hecho de que el ciudadano común (entiéndase - no experto en el tema), valora esta catedral como ninguna otra de las ya restauradas, prueba de ello es que ningún gobierno constitucional en los últimos 10 años ha dejado de enviar a sus invitados especiales (reinas, príncipes, jefes de Estado, ministros, entre otros) a conocer este lugar; este hecho a permitido afinar el lápiz de los técnicos en posteriores restauraciones, mereciendo el elogio de los entendidos y la aceptación de los recién convertidos (esto último implica que apoyen un trabajo que les resultaba ajeno y sin mucho sentido). Si dispone de tiempo no olvide en Concepción visitar a los diferentes artesanos, talladores, artífices en cuero, etc. que tienen talleres en el pueblo. En días de trabajo siempre vale una visita a la Escuela-Taller del Vicariato. Aparte de los talleres de metal y mecánica, los de madera son seguramente los más diversificados y completos de esta naturaleza en el país, desde el corte de la madera en el monte, su transporte al aserradero, su apilamiento para secar, la fabricación de columnas, artesonados, muebles, tornería, pintura y dorado, hasta la restauración; existen casos de edificios pre-fabricados y transportados a distancias superiores a los 300 Km. (iglesias, hospitales y escuelas). Aquí se encuentra también el archivo musical de Chiquitos, al que se le dedica una nota especial cuando se habla del Festival de Música Barroca y Renacentista.

san javier


Llegando de Santa Cruz de la Sierra, ya a la altura de San Ramón el paisaje empieza a cambiar. Dejando los grandes llanos uniformes, se empiezan a subir verdes colinas y cerros, donde altas palmeras se levantan sobre los pastizales. Alrededor del pueblo, la vegetación se caracteriza por la sorprendente simbiosis de las plantas de bibosi y motacú.


San Xavier fue la primera reducción fundada por los Jesuitas en 1691, con el nombre de San Francisco Xavier, y fue sede de una escuela de música y de un taller para la fabricación de instrumentos musicales. Hoy en día es un pueblo agrícola y ganadero, con una importante planta de producción lechera, que está desarrollando sus potencialidades turísticas. Su aspecto rústico, de calles de tierra y tradicionales casonas, con paredes de adobe decoradas con motivos misionales y sombreadas galerías con horcones de maderas, crea un entorno ideal que resalta la majestuosidad del conjunto misional. Entre las fiestas tradicionales, las que más conservan rasgo de la época misional son las celebraciones de Semana Santa, de San Pedro y San Pablo (29 de Junio) y el Combate y derrota a los Mamelucos (10 de agosto). A un lado de la plaza, según el esquema urbano de todas las misiones chiquitanas, se conserva el conjunto misional en su integridad, con la capilla mortuoria, la iglesia y el patio del colegio, donde se ubican el campanario y la casa parroquial. La iglesia fue construida por el padre Schmid en 1749-52 e integramente restaurada en 1987 bajo la dirección del arquitecto suizo Hans Roth. El frente está caracterizado por las imponentes columnas salomónicas de madera del pórtico y en la fachada, por la decoración en forma de concha que remata la portada y las ventanas ciegas.

Al igual que en el interior, la pintura mural adopta mayormente temas decorativos, vegetales y geométricos, pero se pueden observar algunos ejemplos de pintura ilusionista (como en el caso de las cortinas pintadas, al exterior, en correspondencia del portal lateral y, al interior, de la pared del presbiterio) y figurativa (los ángeles que sostienen escudos en la fachada). Caso único en las misiones, también las columnas salomónicas que sostienen el techo en el interior están pintadas, con decoraciones entrelazadas y en forma de rombo. Sobre las paredes se disponen las pequeñas esculturas de ángeles, talladas y doradas, que son un motivo muy característicos de las misiones chiquitanas: los querubines están en correspondencia de los arcos ciegos de las naves laterales, y los angelitos orantes sobre peanas en las pilastras del presbiterio.

El retablo mayor es el más sencillo entre los de las iglesias chiquitanas. Es de adobe, modelado y policromado, con una sola hornacina central para la imagen de San Xavier, la única original, mientras que los relieves perdidos han sido remplazados por nuevos durante la restauración. También los retablos laterales son de adobe y repiten los temas comunes a todas las misiones: en la cabecera de la nave izquierda la representación del Calvario, con el Cristo crucificado circundado por los símbolos de la pasión, y, en la de la derecha, la Inmaculada Concepción. La particularidad de las representaciones de San Xavier es que los símbolos de la Pasión, así como el fondo de la Imagen de la Virgen, no son tallados en madera sino pintados.

En la iglesia de San Xavier, al igual que en Concepción no se ha conservado el púlpito, pero en las naves laterales se disponen los confesionarios que son verdaderas arquitecturas de madera, con columnas y pilastras y una coronación con dos volutas. Como en las otras iglesias misionales, tiene una planta semihexagonal, con vanos en cada una de las caras, el central para el confesor y los dos laterales que dan acceso a los reclinatorios de los penitentes. Del presbiterio, se accede a la sacristía, con retablo de adobe y cajonería para guardar las vestiduras litúrgicas y otros accesorios, y al sobrio baptisterio. De la nave derecha de la iglesia, se sale al patio del colegio, el lugar donde, en la época misional, se ubicaban la residencia de los padres y todas las actividades educativas y artesanales de la reducción. Es interesante notar como la oficina del padre se abría al fondo del patio en eje con la entrada hacia la plaza, facilitando el control sobre las actividades del pueblo y marcando el poder jerárquico del sacerdote. Además del patio del colegio, en San Xavier se conserva parcialmente un segundo patio, con funciones de servicio y almacenamiento. Otro elemento que señalaba visualmente la presencia de la nueva fe cristiana era el campanario, que en San Xavier, como en Concepción y San Rafael, es constituido por una estructura maderera independiente, que se apoya sobre cuatro altas columnas de madera tallada. El P. José de Arce y el H. Antonio Ribas fundaron la reducción de San Xavier el 31 de diciembre de 1691. El principal núcleo de habitantes lo constituyeron los indios penoquíes, descendientes muchos de ellos de los convertidos en Santa Cruz la Vieja. La ocasión para la fundación la dio una epidemia que hizo estragos entre los indios de esa zona. Esa calamidad conmovió el corazón de los jesuitas que estaban de paso tratando de encontrar un camino hacia el río Paraguay. La reducción cambió cuatro veces de ubicación hasta que en 1708 se ubicó en el lugar que ocupa actualmente. Su templo fue construido por el jesuita suizo P. Martín Schmid entre 1749 y 1752. San Xavier fue por muchos años centro de las misiones de Chiquitos. Es otro pueblo misional, el más cercano a Santa Cruz de la Sierra, por esta razón el más visitado, no solamente por los cruceños sino por quienes tienen la oportunidad de acceder a esta ciudad. Según los entendidos es la mejor restaurada, tanto conceptualmente como técnicamente; aquí por sobre todo se ha conservado y ejecutado un riguroso mantenimiento de lo existente y para el caso de la pintura mural se han usado técnicas como la del puntillado. El interior de esta iglesia es el único que fue totalmente pintado en base a vestigios encontrados en gran parte del cielo raso y a documentos que versaban sobre el particular, aunque aquí cabe destacar una consulta profesional realizada en ocasión del Primer Encuentro Nacional de Conservación y Restauración, donde participaron especialistas de todo el país y virtieron su opinión aprobando la medida mayoritariamente. Hoy en día están expuestos aquí objetos que provienen de diferentes misiones, fundamentalmente instrumentos musicales apostados en habitaciones totalmente originales, donde se puede apreciar también la manera didáctica en que se ha ejecutado el proceso de restauración de pintura mural. El campanario que se encuentra dentro del patio del conjunto misional fue erguido en el lugar, donde se encontraron los vestigios producto de las excavaciones arqueológicas. Puede observar que las columnas no tienen talla por no existir testigos de las originales y la proporción de la altura corresponde con el edificio de la iglesia. En lo urbano, la situación es más complicada. La carretera atraviesa el pueblo por la calle perimetral al conjunto religioso, a una cuadra de la plaza, entorno a ella se está gestando la mayor descaracterización debido justamente al alto grado de especulación inmobiliaria, estamos hablando de mercados o para hablar con mayor propiedad de “mercachifles” que improvisan sus comercios de cualquier manera adulterando por completo la imagen del pueblo. Si queremos hablar de un logro, citaremos la peatonalización de la calle enfrente a la iglesia en la que se ha ejecutado una especie de anfiteatro, que además de brindar un marco y evitar la circulación vehicular, sirve a la realización de actos o eventos al aire libre teniendo como escenario la punilla de la iglesia. Lo nefasto de San Xavier es el tanque de agua ubicado en la manzana colindante a la plaza. Fue construido simultáneamente a los trabajos de restauración del conjunto religioso; se recomendó en la época ubicarlo a un kilómetro de distancia; sin embargo, ahí está, fue inaugurado y demoró muchos meses para entrar en funcionamiento, pues faltaba construir la red de agua. Muy a pesar de los criterios técnicos y a modo de flexibilizar posturas que permitan continuar andando, se ha enlosetado el perímetro de la plaza (las tres calles restantes). Hoy es el modelo por la manera como se ejecutó éste trabajo, colocando el objeto octogonal por el centro donde otrora circulaba la gente a pie, montada, en carretón o en motorizado. Hemos visto que el ancho de las calles en estos pueblos está al rededor de los 25 metros, un ancho exagerado para cumplir con la sola misión de circular, razón por la que se enlosetó únicamente 8 mts., dejando los bordes para estacionamiento y para que cada vecino coloque su sello particular en torno a su parcela, (jardines). Las pinturas murales colocadas en las casas del perímetro de la plaza y su colindancia, obedecen a la situación de un pueblo vivo que tiene aspiraciones y deseos; sin embargo, hubo la prudencia de ejecutarlo de una manera adecuada para evitar confusiones con la existente en la fachada del conjunto religioso. En cuanto al eje central, puede apreciar que la cruz del centro coincide con el ingreso al patio misional que tiene al fondo la casa del párroco y en el lado opuesto se puede leer (ver), ya que existe una variación en el techo de la casa ubicada al lado del hotel, aquí estaba la calle que conducía a Betania. El eje transversal corresponde en la acera izquierda con un restaurante y por la derecha se puede apreciar también la variación en el techo de la casa que está en el eje restaurante-cruz misional. En San Xavier la hotelería y la culinaria presenta una variada gama de opciones; la especialidad son los biscochos de maíz y el queso. Piedras del Paquió A 30 Km. de San Xavier y en el camino hacia Concepción el turista se encuentra con una de las más bellas formaciones rocosas del macizo chiquitano. Vale la pena hacer un alto en el camino y visitar estas rocas para sentir la fuerza de la naturaleza. Actualmente hay un agradable balneario donde el turista se puede refrescar.

Pierdas del paquió

A 30 Km. de San Xavier y en el camino hacia Concepción el turista se encuentra con una de las más bellas formaciones rocosas del macizo chiquitano. Vale la pena hacer un alto en el camino y visitar estas rocas para sentir la fuerza de la naturaleza. Actualmente hay un agradable balneario donde el turista se puede refrescar.

Album San Ignacio de Velasco









domingo, 18 de octubre de 2009

Santa Ana de Velasco


Historia



La Misión de Santa Ana de Chiquitos, hoy de Velasco, fue fundada en el año 1.755 por el Reverendo Padre Julián Knogler, con parte de los pobladores de San Rafael. Hoy forma parte del municipio de San Ignacio de Velasco.
En el año 1830 fue capital de la provincia tenía 2.000 habitantes. Se encuentra a 45 Km. de San Ignacio con un camino de tierra mantenido.
El hechizo de sus leyendas, las tradiciones culturales más completas, y el encanto de su Iglesia, transforma el ambiente en una especie de magia. Entre sus leyendas está la de “El Víborón de Piedra”, del cual se cuenta que esconde un inmenso tesoro en su cabeza o en la cola.


El Templo


Su iglesia se estima se construyó en el año 1767, de paredes de adobe y techo de paja, estas paredes revocadas con una mezcla de barro y ceniza bien maceradas y con una mezcla de caolín o tierra blanca, engrudos de almidón y mica molida se blanqueaban anualmente para el día de su fiesta patronal. Posteriormente se utilizó teja que producían los indígenas en las tejerías jesuíticas. La Misión de Santa Ana fue fundada en 1755, lo cual significa que estuvo solamente una docena de años bajo la dirección de los jesuitas. El Padre Lardín lo describía en 1762 como un pueblo nuevo, colonia de San Rafael, de el cual se habían tomado parte de sus pobladores.